Blues is so sexy!


       Blues
      is so sexy!

Dice Chavela —Lo supe siempre.
No hay nadie que aguante la libertad ajena;
a nadie le gusta vivir con una persona libre.
Si eres libre, ése es el precio
que tienes que pagar: la soledad”.
Yo asentí y le dije
—Que no es lo mismo que estar solo.

Quizá es que soy más cinica de lo que me gusta admitir. Quizá sólo es que se combina con algo de falta de amor propio. Pero cuando le digo “si” a un hombre, es un si de verdad. Sin plan escondido.
            Me había pasado “un par de veces” que algunos caballeros dejaban de interesarse en mi compañía. Mi primera teoría era evidentemente que no les había agradado, y en muchas de las veces tuve la razón; pero en otras, en otras fue que su desempeño sexual les causaba vergüenza. No se me había ocurrido esta posibilidad hasta hace poco. Con Le petit Marx me pasó las primeras veces e inmediatamente recurrí a la teoría A, pero seguimos viendonos y todo terminó funcionando satisfactoriamente en los siguientes encuentros. Si hay algo que me sigue gustando de él es eso, su desenfado respecto a la mayoría de los tabues y las normas sociales. Obviamente sabía en algún escondido sotano de mi inconciente que no sólo era posible que a álguien no le gustara, si no que también lo era que a otro álguien le pareciera no era suficiente para mi, y prefería echarle leña la hoguera de mis inseguridades. Aunque suene presuntuoso lo digo con la más profunda de las inseguridades, “hay personas que sienten que soy demasiado para ellas”. Lo que pasa es que la gente termina las relaciones antes de darles realmente una oportunidad y con esto también me refiero al sentido propio; las personas terminamos las relaciones antes de darnos una oportunidad.
            Mi amiga Maddi me contó una vez un cuento vasco (mejor de lo que yo lo contaré), sobre una persona que encierra al ave a la que ama. Conforme pasaba el tiempo se daba cuenta de que esa no era la ave a la que quería, porque sin volar, sin ser libre, la ave ya no era la misma de la que se había enamorado. Eso hacemos con las personas, nos enamoramos de ellas pero queremos que cambien; queremos que sigan conservando la belleza encerradas en una jaula invisible pero real. Aunque en el pasado me gustaba el hecho de que nunca había terminado con una relación, lo cierto era que había terminado con algunas amistades, y con los amantes simplemente a pocos los tomé en serio. Con pocos me di la oportunidad de conocernos, conocerlo y conocerme. No los encerraba pero me encerraba a mi en una jaula de cristal. Despúes, mucho del autoconocimiento que necesitaba lo aprendí hardway con Le petit Marx; pero también lo conocí a él y nos aprendí tan bien que meses sin verlo o saber de él no harían mella en nuestra relación ni en el cariño que le tengo. Para nada necesito verlo si no es que quiero verlo realmente a él.
            Total que la hogera de las inseguridades nunca me impidio extenderle algunos coqueteos a un chico o respondercelos a alguien que me apeteciera, pero si me detuvo de dar atrevidamente el primer paso. La primera vez que di cuenta de eso estaba en la Isla de la Santa Veracruz. Era el principio de una de esas citas de pelis con El mar; me le acerque para preguntarle sobre la cena cuando me jaló levemente hacia el y me subió seductoramente la falda para tocarme sobre las pantaletas, en una escena digna de eight and a half weeks. Los dos años que le llevaba no hacian mucha diferencia al momento de sentirme completamente inhibida por la seguridad de sus gestos. Le debo un cuento a El mar, entra perfectamente en el tema de querer a las personas como son y no pretender que sean de otra forma y ya le he tomado el ángulo a esa relación pero simplemente este no es el momento de contarlo.
            Con Ernieboy se produce lo contrario. Cuando los niveles de quien es quien en la relación se rompen, es cuando se disfruta realmente de ella; pero mientras puede ser divertido estár en ambos lados de la cancha; tanto como gozosa y sonrojada puritana, como de enfermera traviesa acompañando los males de autoconfianza del otro. El día que lo conocí (hace demasiados años ya) su mano temblaba al tomar la mía y sudaba a mares; era un chico de lo más lindo, tierno y formal, y también tipicamente reprimido, y deprimido por ello. Seguramente sería un “novio” muy bueno si el mismo quisiera dejar sus limitaciones que son enteramente mentales. Me sentia muy protegida, querida y a gusto. Para mi era una verdadera experiencia estar con él porque me veía obligada a tomar la iniciativa ferozmente para que pasara “algo”. Me encantaba sentirme la domindora de la situación, era un gusanito que Joey me había despertado recientemente. Pero un día en que Ernieboy (sé que estás leyendo esto) se sentía especialmente triste, lo abracé y le tomé la cara intentando consolarlo, él se extraño completamente. Me dijo que yo no era así y todavía con lagrimas en los ojos acabó con la escena en un dos por tres. ¿Quién le había dicho que esa no era yo? Evidentemente mi conducta, pero también las ideas que tenía en su cabeza sobre mi, sobre el mismo y sobre lo que él significaba para mi.
            De repente me resulta más facil identificarme con la moral casquivana, pero la prostitución tampoco es verdadera libertad aunque la elijas o te acuestes con cuantos quieras porque “quieres”. No. Me atreveré a decir que aunque sea una profesión digna como cualquier otra tampoco genera libertad y tampoco la actitud de acostarse con todos sin la menor ternura resulta rebelde. Con el sexo no sentia la necesidad de sentirme en completa confianza con la persona pero con la ternura si, y la mezcla de sexo casual, salvaje y con ternura free wild-tender sex, resulta ahora un concepto revolucionario y atractivo. Casquivana por tener un trato sin formalidades, sin prejuicios y restricciones inventadas, pero no por falta de cariño y ternura para con los amantes.
            Mañana por la noche la radio cantará ¡tequila! y seguramente los primeros rayos del sol del siguiente día me encontraran desnuda en los brazos de un amante y… su amigo. Las razones para decir que “no” son vanas, mucho más que las de para decir que “si”, pero en este momento en el que las inseguridades me impiden imaginarme un ménage à trois esteticamente satisfactorio, no me frenan para sentir confianza, amistad y gozo por ese par de maduritos. Un free wild-tender ménage à trois.
            P.S. Sexoservidores transgénero se han apoderado de mi edificio desde hace dos meses. Sólo diré que los chillidos que salen de sus bocas en lugar de palabras, tampoco los representan ni los hacen “libres”. Estamos ante la esclavitud hacia un sin número de roles y los estereotipos, de máscaras que nos ponemos. Y sería feliz si mis oídos no tuvieran que sufrir por las autoprisiones ajenas.

Stealers Wheel, Stuck in the middle with you
The zombies, She´s not there
Ann Cole, Got my mojo working
Rose Mitchell, Baby please dont´go
B.B. King, The thrill is gone
Kimbra, Plain gold ring
Screamin´Jay Hawkins, I put a spell on you
Led Zeppelin, I can´t quit you baby
Chavela Vargas, Macorina



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"Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás"
Karl Marx en el Manifiesto del Partido Comunista