¿Y ustedes se quieren
o se van a querer?
Si estoy empezando a sonar
demasiado nostálgica es porque el encierro laboral esta secuestrando my dating life…
Era
1997 y Wannabe y Bitch sonaban alto y claro en mi habitación. Tenía 12 años y estaba
comenzando la escuela secundaria. Ya era obvio que no era una niña bien
ajustada y aunque creo que ahora es muy raro que alguien se ajuste a tremendo
desbarajuste mundial, conforme pasan los años sigo encontrando que esta historia
despierta sorpresa.
Fabián,
meaning mi Romeo para futuras y pasadas referencias, era el chico malo del
colegio; estaba en el último año, se peleaba a la salida por lo menos una vez a
la semana, fumaba y por supuesto era alto, delgado y de nariz grande. No tenía
barba pero un modesto bigotito empezaba a asomárcele de por encima de la boca. Habían pasado a penas un par de meses del comienzo del año escolar
cuando en un receso me encerró entre sus brazos contra la pared.
—Si
no te metes a tu salón te doy un beso,
me
dice mirandome directamente y sin reparo alguno a los ojos. En ese momento Clarita que era su
“prefecta” favorita me llama a meterme al salón, le da las gracias por su ayuda para
mantener el orden en los pasillos y lo despide.
No
era nuevo entre mi grupo de amigas que una de nosotras tuviera novio, pero la cuestión
del sexo en la pubertad no era parte de sus actividades de noviazgo. La cosa
con Romeo como con el Frijolito y algún otro amante, siempre
fue sentirme cómoda. No lo pensé nada, las cosas se dieron sencillo y
absolutamente nunca me arrepentí de nada de ello. Romeo era lo que necesitaba
en ese momento. Su experiencia sexual se restringía a las películas porno (con
eso nos basto por un tiempo y después maduré) robadas a su tío y vistas una y
otra vez; la mía a los besuqueos inocentes que todos tenemos a los cuatro
años con el vecino de a lado y/o un primo segundo. Aunque mis padres brillaban
por su ausencia y no me proporcionaban ninguna clase de guía de superviviencia de
este mundo raro, tenía muy claro cuando y cómo llega la menstruación y que para
una relación sexual se usaba condón indudablemente. Siempre. Así que mi primera
vez no fue la excepción (lo serían un par de veces catorce años después por un arranque
de estupidez adolescente de los 25 años).
De
alguna manera, entre el divorcio de mis padres y un sentimiento de
desadaptación ligero pero profundo, el sexo no era una actividad que me causara
especial rechazo pero tampoco fascinación; siempre fue algo muy “natural” y
satisfactorio de mi curiosidad, emocionante. Se puede decir que me sentía sola
y que eso me orilló a tener relaciones a tan temprana edad, pero para ese
tiempo había sido del grupito popular de la primaria y mi vida social era
bastante activa para los estándares de pueblo chico. Ahora pienso que adopté prejucios familiares, asi como por
osmosis, sobre la música, la cultura y la política, necesitaba de alguna manera
relacionarme con mis progenitores. Pero sobre el amor y el sexo no sabía que
tenía que pensar de determinada manera; la historia de amor de mis padres no me
fue contada hasta veinticinco años después de nacido su primer fruto, o sea yo.
Así que fluí con la vida como fue viniendo y el primer gran tsunami fue Romeo.
Desde
él, o sea desde siempre, mi sintonía a diferido mucho de la de mis amantes; sea
por que no les gusto tanto, porque les gusto al punto de considerarme un amor
imposible (¡Vaya bódrio! Da demasiada responsabilidad cargar con ese santito) o
que piensen que debería cambiar de forma de pensar (quieren cazar al salmón). Con
Romeo fue una situación de Capuletos
contra Montescos, de star crossed lovers
o mejor dicho de “mi mamá piensa que eres un bándalo, no quiere que salga
contigo y ya investigó donde vives”. A lo que mi valiente caballero de armadura
brillante respondío
—Señora, yo voy a dejar de ver a su hija cuando ella así lo quiera.
¿Qué tal para un niño de catorce años contra una señora de cuarenta? ¡He! Mi madre nunca menciono ésta escena y Romeo me la platicó meses después en una “sobrecama” viendo Bugs Bunny and friends tirados en el sofá de su casa.
—Señora, yo voy a dejar de ver a su hija cuando ella así lo quiera.
¿Qué tal para un niño de catorce años contra una señora de cuarenta? ¡He! Mi madre nunca menciono ésta escena y Romeo me la platicó meses después en una “sobrecama” viendo Bugs Bunny and friends tirados en el sofá de su casa.
De
los besos en las canchas de basketball nos movimos a la cama de mi madre; la primera vez dolío un
segundo. Después de la segunda nos reíamos de que automáticamente me tapara con
la sábana después de hacerlo, como si estuvieramos en una película que no
permite desnudos completos. Siempre se sintió muy bien y cada una de diferentes
maneras, era fantástico y freakie. Ahora
el único inconveniente que le veo a ésta experiencia es que nunca aprendí de
las artes de la selfgratification y
por muchos años no le vi ningún atractivo hasta que llegó a mi vida Guillermito
Reich. ¿Quién la necesita si puedes convivir con otra persona para obtener el
mismo resultado? decía.
Para
estar sola tenía mis paseos de antes de
llegar a casa donde siempre encontraba a Romeo esperandome sentado en la banqueta. A
veces, demasiado seguido creo yo, me escapaba de la escuela y me iba a caminar
sin rumbo fijo. Así conocí mucho del cerro de los magueyes y me
pasaba horas pensando echada entre los pastos, como una especie de Heidi meets the little mermaid in the mexican
countryside. Ese tiempo era mi tiempo de autogratificación espiritual;
fuera de casa, sin tele, ni compu, ni teléfono; sin amigas ni chismes teenagers, ni distracciones sexosas.
¡Ah! por poco se me olvidaba el lado B de la historia. Si hasta aquí sonaba hippie-posmoderno pero todavía de color rosa y de princesita pastel, pues no; eramos poligustosos. Como todos los corazones jóvenes corren libres, nuestro noviazgo lo fue también, siendo nuevos en el asunto teníamos que inventarnos todo y no se nos ocurrió prohibirnos nada. Yo saliá con otros chicos (Que ahora casados y con hijos no se ven tan guapos como en aquella época), cinco para ser exactos; pero no tenía sexo con ellos, sólo me gustaban y nos besabamos mucho. Él por lo menos con otras tres que yo supiera. Dos de ellas tomaban una clase conmigo, una decidió odiarme y la otra era de mis amigas cercanas. Nos quisimos mucho sin duda alguna, si fue amor no lo sé bien pero fue un romance muy bonito, de cuento de hadas. Bueno, todo lo que fairytale que se puede ser dadas las condiciones. Sin drama, sin reglas, sin rompimiento… él se fue del pueblo un año antes que yo, me iba a visitar una vez al mes pero en el último encuentro la emoción de verlo me impidió advertirle que yo ya no viviría ahí y de todas formas, no sabía cual sería mi nueva dirección ni telefono. El celular todavía no era un dato de contacto común y el correo nunca se me ocurrió darselo, eso era para amigos y conocidos, pero a él ¿Para que me hubiera servido darselo antes? Que fue primero pues no lo sé, todo al mismo tiempo supongo, como muchas otras cosas. Sólo espero que como efecto secundario no me este convirtiendo en una yonkie de las endorfinas, necesito añadir una pizca de oxitocina, de apego, a mi mix. Esta loca quiere estar entre locos. En una forma filial y no (maybe pero no principalmente) orgiástica.
Escribo para mantener a raya mi egocentrismo en la vida real y porque mis dedos no dejan de moverse nunca, pero espero que pronto aprendan a hacer algo más placentero que teclear. Dejo uno de los videos sobre sexualidad que hay en la página de TeleDocumentales.com. El clítoris ese gran desconocido, La luna en ti y Los secretos del kamasutra ¡son grandes! y la clásica lista de reproducción que terminó bastante atiborrada de canciónes que me recuerdan a los noventas.
Lado A
Track 1. Fast Car, Tracy Chapman
Track 2. Tonny Bennet ft. Lady Gaga, The lady is a
tramp
Track 3. Andy Williams y Denise Van Outen, Can´t
take my eyes off you
Muse
Gloria Gaynor
Frankie Valli
Track 4. Peggy Lee, Fever!
Track 5. Nat King Cole, L.O.V.E.
Track 6. John Lennon, Love
Track 7. Percy Sledge, When a men loves a woman
Track 8. Frank Sinatra, I ´ve got you under my
skin
Track 9. Audrey Hepburn, Moon river
Lado B whit Beatles in it
Track 10. The cardigans,
Lovefool
Track 11. No doubt, Don´t speak
Track 12. Enrique Iglesias,
Miente
Track 13. The Verve, Bitter
sweet symphony
Track 14. The Beatles, Girl
Track 15. The Beatles, I want
you (She´s so heavy)
Track 16. The Beatles, Something
Track 17. The Beatles, When I´m
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