El mar de La mar

Lo que no te mata te hace más fuerte




Me gusta escribir historias completas, redondas; sólo con ligeras sugerencias de lo anterior al momento narrado y más o menos cerrando. Pero la idea, puesto que es un blog personal, es hablar de mí por completo, sin pedacitos acabados, así como la vida. Esta hazaña no me es posible por el momento o por espacio, y creo que será lo único que quede en suspenso.

[Mientras escribía este párrafo se cuela por el balcón de la Isla de la Sta. Veracruz, Unchained melody de los Righteous Brothers, canción que hiciera famosa la peli de los 90as Ghost, la sombra del amor, como le pusimos en México. Y aunque la historia no se conecta con la mía en lo sustancial, está idea de un único y verdadero amor para toda la vida; si en la pérdida, el dolor que provoca y seguir adelante].



El mar de la mar llegó de un norte, de antillanos y atlánticos dominios a las tierras de La mar del sur; cándido, poco explorado pero sensato. Después de algunos oleajes conjuntos La mar sintió como pocas veces y primera de manera consciente, que no quería prescindir de esas aguas; que el poquito de calor que había recibido significaba para ella un mundo.
La mar que toda su vida había sido solitaria y desamparada, que tomaba las rutas largas sobre los océanos del conocimiento y que más que nada valoraba tremendamente las experiencias; se quedo intranquila, tormentosa a la noticia de la imposibilidad de compartir más viajes con El mar. Este no le correspondía en la propuesta de compartir más viajes, más aventuras; pero está consciencia que sus viajes solitarios le habían construido, no sólo le había servido para identificar este enamoramiento sino también para de hecho, sentirlo. Así que se sintió enturbiada, intranquila, pero también viva, reforzada en su azul profundo.
Y bueno, está historia será revisada, ampliada y corregida en breve; sólo quería hacer un boceto que quedara asentado en este mes de Marzo, jejeje. Poéticamente o sólo por torpeza, me he quedado con un raspón en la rodilla, para recordar orgullosamente el raspón sentimental.



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"Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás"
Karl Marx en el Manifiesto del Partido Comunista