Carnaval italiano a la mar

"Con mi salvaje corazón, los vicios no son del cuerpo"
Algún músico conocido




Pocas cosas en esta vida son tan buenas como abrir los ojos suavemente con los rayos más fuertes del sol en la mañana y ver el cuerpo conocido del desconocido de la noche anterior. Son escenas tan escasas (cualitativamente) que es, creo, una de las más grandes lastimas del capitalismo interior.

Ibamos buscando sitio por las calles nocturnas del centro histórico cuando el sitio nos encontró a nosotros. En la plaza Tolsá tocaba una orquesta de salsa y cumbia, Pepe Arévalo y sus mulatos. Un par de centenas de personas se habían concentrado y se sentía un ambiente de carnaval desde varias calles antes. Al acercarnos olía a amistad y nos unimos bailando a la fiesta. Ninguno de los dos dominaba los pasos salseros pero a ninguno de los dos le importaba, era mas divertido inventar vueltas y ligarlas unas con otras. Es en realidad, por lo que me gusta bailar, por momentos como esos que son tan pocos, menos de los que quisiera y en los que no existe el "¡Que dirán!".
Antes de que el hechizo musical se diluyera entre los asistentes y regresarán al anonimato que hay en la reciproca etiqueta de desconocido, nos marchamos animados. La idea era ir a tomar algo, alcohólico "por supuesto", y nos fuimos por ahí a buscar lugares.
Apenas llegamos al tercer bar y unos ojos no paraban de mirar; eran bien correspondidos. Al igual que mi acompañante, era italiano, de Sicilia; la versión bachicha de Mi gachupín. Muy alto, delgado, moreno de sol, nariz grande y cuatro rastas por detrás. No se iba a acercar puesto que estaba acompañada por un hombre y aún en tierras europeas eso es un límite, así que lo hice yo diciéndole que me corrigiera si no era cierto pero que me parecía italiano.
¡Me encanta!, sus manos me parecen aún más grandes de lo que son y en extremo detallistas, sus besos generosos, apasionados y refrescantes. Mi gachupín italiano y Hippiesito poliamoroso se llevan bien enseguida a tal suerte que disidimos un par de horas después continuar la tertulia en casa, mi casa por supuesto...
La platica continuo fluyendo por varias horas antes de que quedáramos tendidos sobre la sala de la Isla. Casi dormidos Mi gachupín italiano y yo nos empezamos a besar. Hippiesito poliamoroso estaba dormido a un lado nuestro cuando comenzó a sentir mis manos por encima de su pantalón acariciandole.

Hay algo de apropiación en el movimiento de penetración, en los labios vaginales absorbiendo el sexo masculino y jalándolo para si. Pero aunque el deseo sexual se satisfaga poseyendo (y se completa entregándose a el y compartiéndose al otro) nunca nadie espera que una relación sexual en si dure toda la vida, eso sólo pasa con la idea que tenemos de lo que debe de pasar alrededor de ese deseo y su satisfacción.
...

1 comentario:

Wods Katzenschwarz dijo...

Ah! Ese fondo negro y ese espantoso post efecto ! ! ! Es clara la intención de la difusión, pero la historia, no sé la sentí inacabada; disculpe uste' la crítica, no lo puedo evitar, ojala no hiera susceptibilidades! Ah! Buena entrada! ! !


"Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás"
Karl Marx en el Manifiesto del Partido Comunista