Confiar en los desconocidos

Crónicas de andanzas en el centro histórico






Confiar en los desconocidos no solo es confiar en el “otro”, el extraño, el extranjero…, sino también en uno mismo. Cuando se fía uno de alguien, se crea un ambiente de esperanza en la mutua empatía que ese momento puede crear en los participantes. Y deja de lado prejuicios en las formas de relacionarse con los otros y con el mundo. Lo deja a uno, pues, en libertad de formar su propio camino y solo disfrutar el viaje…




I
XoloX, Zen y los viajes astrales


Lado A
Ayer cuando un chico, no sé si de Hidalgo, me interrumpió una plática insulsa con un tipo de internet, me abrió un canal de comunicación y de confianza. Decidí tomarlo aunque una buena parte de mi hubiera preferido seguir con la relación vacía de aquel encuentro entre dos poco conocidos asiduos de las páginas de citas por internet. Esto me significaba más seguridad que abrirles la puerta a este desconocido y a su “hermano” (consanguíneo o espiritual, nunca lo sabré…), sin embargo, sabía que pese al peligro que podía representar era sumamente más interesante que platicar y cojer desinteresadamente con aquel seudoescritor, seudoperiodista, seudoeditor, con el que me había encontrado horas antes y días antes de meses anteriores.
Resultó verdad, los “hermanos” si tenían un proyecto de comunicación interpersonal; tomaban o reproducían (segura no estoy) fotografías y se las daban a un desconocido para que inmortalizara un mensaje a un anónimo, detrás de una de las fotos que le hubiera gustado de un portafolios engargolado. Luego el receptor de esta imagen regresaría el mensaje al email que estuviera escrito en la postal que recibió y el “desconocido” sucesivamente escribiría al anónimo del mensaje que recibió sellado de manos de los hermanos. Entonces este experimento crea espacios abiertos en la conciencia del receptor/emisor para anidar una posible relación con un desconocido. Esto “realmente voló mi mente”, el hecho de que dentro de esta sociedad atomizada, allá impulsos por romper con la cotidianidad y el ensimismamiento, de generar espacios de convivencia y comunicación, de relación verdadera y amorosa con “todo el mundo”.


Es cierto que los “hechos reales” sean más posiblemente que estos dos hombres sean reprimidos amantes, que en varios viajes sicodélicos hayan perdido un poco de “la” razón y que vayan por el mundo escribiendo mensajes de amor y humanidad a nombre de otros para que el universo los escuche y sus “anónimos” se escuchen entre ellos, a sí mismos y a todo “desconocido” que los aborde. No obstante asumiéndose como el canal del mensaje, sin darle mucha importancia a las líneas en sí, sino a como lo tome el receptor en ese momento de su vida y sin personalizar románticamente estos encuentros dando sus verdaderos nombres, ni historias de vida; estas personas hacen una labor tan dulce y desinteresada que convida, me convida, a amparar su causa y a considerarlos “amigos”.


Lado B
Poco más de un año…


Lado AB
20 años despúes…






II
El “burócrata” de Garibaldi…
Cuando entró a esa cantina baja de Garibaldi en donde por esos meses solían terminar mis noches y empezar mis mañanas de fiesta, inmediatamente llamó mi atención por el peculiar bigote que usaba. Venía con un par de amigos disfrazados de Rockabilly y como no conseguía llamar su atención desde literalmente el otro lado del bar, la chica con la que yo venía esa noche fue por él a la barra de la cantina. El plan en sí, era conseguir extender la fiesta, que nos invitarán la “peda” y tal vez un “gallo” a mis acompañantes y a mí, y lo conseguí…
Estuvimos todos sentados un buen rato en una de las mesas, tomando y conversando; él y yo seduciéndonos con un toque de malicia, por lo menos 15 años de diferencia había pero ufff!, no importaba, él tenía el control y me gustaba, su mano casi inmediatamente en mis piernas y unos besos lejanamente delicados hicieron el truco y negociamos irnos sólo los cuatro sin sus amigos a su depa en la San Rafael.
Llegamos a las 6 o 7 de la mañana y el chico tenía todo el equipo en casa, excelente música y equipo de sonido, chelas y mota. Era un lugar extravagante, con frases escritas en las paredes, recortes pegados, un estilo muy kitsch, mezcla de alternativo, mexicano de los 40as y nihilismo atropellado.
Cuando desperté me dirigí tranquilamente vichí al balcón de la habitación, era domingo y la calle estaba tranquila, en esos tiempos me encantaba salir a desayunar a los mercaditos de la ciudad, descaradamente cruda, con olor a cigarros, alcohol y sudor; era una especie de reto al mundo, a exhibir que las mujeres también nos reventábamos y nos gustaba, una idea muy decadente en esencia. Con la vista recorrí la habitación; buena ropa, buenos tenis, una Xbox o algo por el estilo, credenciales de eventos periodísticos, billetes dejados desinteresadamente, libros… era evidente que no era un tipo ordinario pero no le interesaba hablar de ello, nos despedimos, preferí hacer la típica rutina de los desayunos que seguir con él más tiempo.
Unos meses después en un bar de imitadores de los Beatles y por medio de un amigo en común, descubrí que era un periodista conocido, que había elegido el dinero y la dirección de una sección de un periódico importante al periodismo crítico…


III
¿Te gusta mucho leer?
Sólo pasaba esto por mi cabeza, ¿Cómo podía pensar tan siquiera por un segundo que me podía ligar? Y es que no es que pensara que era demasiada “cosa” para él, de hecho mi problema siempre ha sido el contrario, pero ¡Por Dios! era un albañil, plomero o algo por el estilo, de por lo menos 40 años, feo, gordo, moreno!!! Si, se como suena, es incomodo pero lo admito, me pareció profundamente desagradable la aproximación de este personaje; luego entonces comprendí que si estaba pensando que era “más” que él y que por una serie de convenciones sociales era inconcebible para mí que el pensara que yo podía aceptar salir con él, que era inconcebible que yo pensara en aceptar salir con él… con el pretexto de la escaza lluvia que comenzaba me aleje del Hemiciclo a Juárez donde estaba leyendo y donde se me había acercado ese hombre, y no voltee, hui, toda mi “liberalidad” quedó ampliamente desmentida, mis prejuicios morales quedaron descubiertos.


IV
Pequebú






V
Vidas pasadas y los 3000 años




VI
¿Por dónde para Lechería?




VII
Yo estoy encantado, ¿Quieres que te llame?




VIII
Me gustan tus besos porque son cálidos y auténticos




IX
Sushi con arándanos
Dimos vueltas en ese bar como niños en el patio del kínder…


X
Olor a durazno




XI
Sorpresa tapatía




XII
Postrecitos
(Gerardo, Bernardo, Nicolás, Mario, Héctor, Federico, José Fernando, Miguel Ángel, Álvaro, Emilio, Daniel, Thomas, Joey, Alexandre, Bermejo, Luis, Elías, Bumbury R4, Juan, JuanK, Dino, Arturo Marra, Oscar, Alán, Diego…)




XIII
Sueños pesados de primavera y caminata centrera...
Él y yo estábamos en el departamento de la Cove, en la antigua habitación de mi primo, el closet se había transformado en una especie de banquita aventanada y había una luz tenue como de jardín mágico… De repente empezaba a escuchar demasiadas preguntas, cosa rara en la dinámica normal con este tipo, mi intuición me decía que no eran preguntas inocentes, que era el indicio de que él estaba interesándose más por la relación, cosa que yo había esperado por meses, pero de pronto, una palabra encendió el gatillo; su nariz me empezaba a resultar demasiado grande, su cabello feo, su color de piel desagradable, su altura me empezaba a incomodar, me eche para atrás y lo vi completamente, ¡era otro! No era la misma persona con la que había comenzado el sueño, no era la misma persona con la que había disfrutado tanto, se había transformado delante de mis ojos en otro hombre, en un repulsivo desconocido[…]


XIV
Amenidades del subterráneo




XV
Santa Veracruz




XVI
Roser




XVII
¡Olé!




Epílogo
Yo vine a vivir…

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"Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás"
Karl Marx en el Manifiesto del Partido Comunista