Primer borrador ó first rant about lavender love
La verdad es que la palabra "Lavanda" no me cabe en la cabeza, la ubico como Lavender su traducción al inglés. Y es que la primera vez que escuché de ella fue como el color del vestido de dama de honor de Julia Roberts en My best friend´s wedding. Ya saben, la peli gringa sobre una crítica de cocina que al enterarse de que su novio de la universidad va a casarse, entra en crisis y hace peripecia y media para robárselo.
- Suddenly, a familiar song. And, you're off your chair in one, exquisite movement... wondering, searching, sniffing the wind like a dapple deer. Has God heard your little prayer? Will Cinderella dance again? And then, suddenly, the crowds part and there he is: sleek, stylish... radiant with charisma. Bizarrely, he's on the telephone. But then, so are you. And then he comes towards you... the moves of a jungle cat. Although you quite correctly sense that he is... gay... like most devastatingly handsome single men of his age are, you think... what the hell. Life goes on. Maybe there won't be marriage... maybe there won't be sex!... but, by God, there'll be dancing.
Con esto dicho por el hermoso sodomita de Rupert Everett finaliza la película y la heroína termina aceptando que no vivirá felizmente para siempre con el objeto de su obsesión.
Evidentemente no es una joya del séptimo arte pero a los once años sí que fue una inspiración. Yo no quería en mi vida esta idea de los vestidos blancos y el meant to be together que está hecho de adrenalina, hormonas y prejuicios que hacemos en las primeras citas; por lo menos no con una sola persona, la sensación es tan adictiva que uno se puede volver yonkie de muchas maneras. Vamos, que no es que en esa época me haya hecho toda una teoría finamente elaborada al respecto, pero las sensaciones que me provocaban mis primeros amores y amoríos eran tan fuertes y explosivas que no me pasaba ni por equivocación que fuera cosa de "el hombre de mi vida". Con el sexo y las relaciones amistosas mas conscientes, la vida empezaba a ser una aventura maravillosa y ninguna idea me iba a hacer perderme de todas las experiencias que las otras personas me ofrecían.
Como pueden darse cuenta era un poco adelantada para mi edad, pero ahora a mis tardíos veintes me he puesto al corriente y estoy en mi segunda adolescencia. ¡Ups! Así que por bizarro que parezca, hasta el momento no he tenido una relación monogámica, que no quiere decir que nunca haya tenido relaciones serias.
Esto me lleva a dos historias. La primera la de mi primer amor, mi Romeo, el chico malo de la escuela que me llevaba dos años y al que mi madre había amenazado personalmente de no acercarse a mi. Por supuesto que la ausencia constante y prolongada de mi progenitora hacia la prohibición poco escueta pero igualmente atractiva. Es una historia lavanda que me llena de mucho orgullo por la inocencia y pasión con la que fue forjada, pero que dejaré para otra ocasión y contaré no de los aromas, si no de las esencias.
Conocí a Le petit Marx cuando tenía dieciocho años. Llevaba ya unos años en el activismo cultural, la lucha contra el SIDA, formándome como diseñadora y retomando la escritura pero ahora como medio de expresión política y social. Era comunista sin haber leído ni una palabra de marxismo ni haber tenido contacto con organizaciones políticas. Así que cuando él llego yo ya lo estaba buscando.
Rápidamente nos hicimos amigos, aunque lo primero fue hacernos novios. Compartíamos profundamente un interés genuino por la revolución, es parte de nuestro ADN porque nos fuimos haciendo tan así que se volvió parte de nuestra biología. Yo creo que cualquiera que se dedique de alguna manera al cambio social, tiene por lo menos una razón personal para inmiscuirse y no precisamente le quita respeto o validez. De hecho es por eso que el sistema no funciona, porque no nos hace completamente felices y libres.
La parte emocional de ser "revolucionarios" estaba limitado por nuestra situación familiar y social, no puede ser de otra manera. Nuestros traumas y fijaciones no podían ser curados simplemente con promulgar una libertad que puede ser buscada individualmente pero solo puede ser obtenida colectivamente. Con él me volví celosa y más insegura de alguna manera. Irónicamente el asunto de otras relaciones no era el problema en sí, si no el que se estableciera que la nuestra era la principal. Vivimos veinticuatro horas, siente días a la semana juntos, estudiando, trabajando, haciendo política sin tiempo fuera. Así hubo algunos episodios de celos de ambas partes, micro separaciones, y dado que jugabamos al psicoanalista uno del otro, hubo muchas muchas peleas fatales. Sin embargo, había un lazo que no dejaba separarnos y así, jugamos a la codependencia por unos años.
Según Le petit Marx eramos una pareja "poliándrica", eso quiere decir que sólo la mujer, o sea yo, tenía relaciones sexuales y amorosas con otras personas. Aunque suena "manchado", la realidad era que fue un trato que por nuestros traumas los dos asumimos, nos daba seguridad y hasta cierto placer sadomasoquista. El rol de femme/homme fatal se intercambiaba sutilmente y era bastante difícil distinguir para todos y para nosotros mismos quien era el malo o que era lo que pasaba. En realidad ninguno de los dos era el malo, simplemente éramos humanos de este siglo, en estás circunstancias y con unas historias familiares que no se pueden calificar sencillamente, así como la de cualquiera.
Finalmente terminamos hace un par de años después de cinco de "matrimonio". Fue muy dramático, mucho más que cualquier ruptura, evidentemente porque era la ultima. Pero ligeramente nos dimos cuenta de la realidad, de algo que siempre nos imaginamos pero de lo que no teníamos certeza. El vínculo no se rompería jamás. ¿Cómo podía suceder? Pues resulta que la empatía, el amor y la amistad nunca terminó. Nos encontramos y eso no lo lo iba a cambiar la relación horrible que tuvimos (no es licencia poética pero si tiene un toque de dramatismo legado de varios años de exposición a Chick Flicks gringas como ustedes leerán). Hubo la fuerza e inteligencia para distinguir que nuestra relación no éramos nosotros y que podíamos hacerla diferente pero para eso teníamos que dejar de ser "uno solo".
El compromiso nunca se rompió, seguimos apoyando económica, intelectual y emocionalmente. El sexo ahora es nulo. Dice Wilhelm Reich que las parejas duraderas tienen etapas de desinterés sexual por parte de uno o ambos compañeros y que esto no necesariamente tiene que romper la relación. El pensó como yo y ahora que poco a poco me estoy relacionando de una manera más profunda y no solo sexual con otras personas, me doy cuenta de que es cierto, pero también de que puede ser de muchísimas otras maneras, como ahora es con Le petit Marx.
[Le digo así porque a pesar de todo, siempre nos relacionamos con mucha ternura, con un cariño de hermanos que decidían "coger" porque se les antojaba. Muy incestuoso el asunto, pero así fue. Compartimos por distintas razones, un sentimiento de desamparo que nos convertía en los únicos residentes de "El país de nunca jamás"].
Me tomo años sentir como quería empezar a construir mi libertad; los que estuve con el y los que llevo manteniendo relaciones simultáneas con otros hombres sin una pareja primaria. A lo largo del tiempo unos se van y otros se quedan, los que se quedan dejan de ser meros compañeros sexuales y se convierten en amantes en toda la extensión de la palabra. Sea como sea que nos relacionemos socialmente, hay amistad y solidaridad entre nosotros, dentro y fuera de la cama. Esto lo comprendí hasta hace muy poco aunque tengo casi cuatro años de relación con alguno.
Dicen que a mayor temperatura se evaporan los alcoholes, se altera la esencia y se pierde la actividad terapéutica de la lavanda. Creo que así nos pasa con el amor, lo sobre calentamos con deseos que ponemos en nuestra cabeza y dejamos que pierda su esencia, su espíritu libre y sin etiquetas que sin duda nos curaría de todos los males. ¿Y que creen? que está esencia no está hecha para embotellarse y venderse o comprarse. Sólo existe mientras se comparte, así de efímero, así de hermoso, así de radical.
Track1. Boy with a coin, Iron & Wine
Track2. Bad things, Jace Everett Track3. Lucky, Jason Mraz o alguien por el estilo
Track4. Una de dos, Luis Eduardo Aute
Track5. Yo no sé mañana, Luis Enrique
Track6. Imagine, John Lennon
y como acabo de pasar una noche Beatlemaniaca gracias a los impuestos de la Ciudad de México;
Track7. I´ve just seen a face, The Beatles
*Ok, como pueden ver tengo un miedo terrible a releer lo que escribo.
Estoy en proceso de arreglarlo porque ya decidí que aunque
creo que la buena ortografía es un culto pretencioso, pues también
nos ayuda a entendernos mejor ¿verdad?, y tengo que darle prioridad
a eso, sobre todopor estos lares virtuales. Por eso agradezco a mi
querida amiga Nina que siempre me ayuda en esta labor pacientemente.
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