Siempre he tenido la idea de que vivo un cuento; uno que cuenta alguien en algún lugar muy arriba en el cielo, en una especie de relato antropológico de los usos y costumbres de una muchacha mexicana simple, nacida en los 80as del siglo XX y educada en el subibaja de la pequeña burguesía.
Tal vez por eso desde pequeña me ha motivado conocer la vida de mucha gente en un intento de que mi propia historia no se volviera monótona ni repetitiva. Una historia de historias...
Y así he vivido, preguntando, poniendo atención a detalles insignificantes de la vida de las personas, y con mucha sed de aprender de todos algo, lo que fuera que me significara una afirmación de que la gente misma, de voz en voz, tenia todas las respuestas y todo el desarrollo argumental de la vida… de mi vida.
Entrando a los veintes esta idea me provoco ciertos altibajos y sobre todo una práctica de vida bastante tambaleante al no saber "todas las respuestas", porque aun faltaban muchas por descubrir, por conocer, por preguntar. Uno de estos puntos de crisis fue el tema de las relaciones amorosas, más exactamente las relaciones con los hombres. Sin mucha guía paterna y con esta idea de ser una extraña curiosa en tierra de humanos, muchas tradiciones del coqueteo no me fueron entregadas y mucho menos el credo del amor romántico. Así que mis happily ever after resultaban algo diferentes.
Lo cite como ya era mi costubre, a las seis de la tarde en la entrada del Palacio de Bellas Artes, para estas fechas cualquier pretexto era bueno para regresar al Centro Histórico aunque fuera solo por un par de horas. El café del callejoncito de Colón también era parte de esta rutina. Si, ya tenía un recorrido bastante hecho para pasear a extranjeros por el corazón de la ciudad; lo que no formaba parte del plan eran sus labios en los mios.
Aunque en la Isla de la Santa Veracruz había tenido bastantes huespedes europeos y norteamericanos bastante atractivos, desde que había dejado la Isla no me había metido en el rollo de ser guía de turistas alternativos. Pero J había insistido mucho y a mi siempre me ha dado pena decir que no a las invitaciones, como buena mexicana había dado largas o excusas hasta que ya era demasiado y nos vimos entre los murales de Rivera y Orozco.
En Denmedio me pregunto miles de cosas, quería explicación de cada cosa que había escrito en mi perfil de Surfeodesofas.com. Su curiosidad infantil me encantaba, era como yo. No aceptaba un “no sé por respuesta, asi que las horas y los bares pasaron y seguiamos platicando y riendo por todas las calles de la ciudad. Paramos a las dos de la mañana en la Plaza de la Constitución a recostarnos en el cemento frio y mirar las estrellas que solo a esa hora se podian ver en una ciudad tan contaminada como la ciudad de México.
La siguiente parada fue Garibaldi, por supuesto. Inmediatamente lo abordaron varios músicos y escogio a dos que tocaban boleros. En su español muy sencillo lo primero que pidio fue Guantanamera ya que era la unica cancion que conocia la letra de vivir unos meses en Cuba. Después pedimos recomendaciones y me canto junto con ellos Bonita y Piel canela. Yo reia mucho, me parecia una actuación muy divertida y nada mas, no pensaba en la posibilidad de conquistarlo o nada de eso, sobre todo por mi prejuicio (poco respetado) de juntarme con hombres menores que yo. El caso es que una familia que festejaba por ahi nos invito a brindar y a bailar con ellos y como buenos extranjeros-extraños curiosos, nos unimos felices de compartir con desconocidos.
Ahí sucedio, caminando solos por la avenida nos abrazamos fuerte para resistir el frio de las 5 y nos besamos. Su cuerpo se sentia sumamente fuerte, creo que nunca había disfrutado unos pectorales tan perfectos en toda mi vida, y no era porque no hubiera conocido chicos con cuerpos asi, pero no había conocidos chicos así con cuerpos ta perfectos. J era un chico de campo, de un pueblo pequeño de Alemania y como tal, tenia la sencillez y nobleza que son mas comunes en esos ambientes. Una dulzura excepcional con un extra de curiosidad por el mundo. Así seria el sexo con el en los siguientes paseos. La verdad es que estaba tan perdido como yo en esto de intentar ser un humano normal, eramos extranjeros en cualquier lugar.
Desayunamos en uno de esos restaurantes de veinticuatro horas, nunca había entendido su utilidad hasta esa madrugada. La mayoría de los comensales se refugiaban del frio en las butacas, nosotros nos resguardabamos de preguntarnos que seguia. El no creia en el amor libre y en estas epocas a mi no me satisface el sexo casual pero tampoco podía prometerle nada a largo plazo. Asi que solo seguimos abrazandonos y besandonos.
Amanecio y seguiamos agarrados de las manos caminando por la ciudad, no habia prisa ni espera, había gusto por estar juntos, algo que si durase mas tiempo la gente llamaria amor, pero como solo habian pasado algunas horas era una aventura.
"Tengo frío, acércame calor" Y mientras me besaba, le dije en un temblor; "Esto es lo que faltaba para que saliera el sol".
Tenía una junta con un cliente nuevo en una hora. Tome el metrobus hacia el sur y nos vimos alejar durante unos minutos. Mañana es nuestra septima cita en Bellas Artes, como siempre.
1. La cumbia del mole, Lila Downs
2. Danzones para Lara, La orquesta tropical de Los elegantes
3. Mala hierba, Alejandra Guzmán
4. Guantanamera, Compay Segundo
5. Bonita, Tin tan
6. Contigo, Los panchos
7. La pollera colorá, Aniceto Molina
8. Tomate está botella conmigo, José Alfredo Jiménez
9. La gota de rocio, Silvio Rodríguez
10. Besos de desayuno, Calle 13
11. I dont´wanna know, Dr. John
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